jueves, 29 de julio de 2010

Volver a nacer


Recuerdo que un día, en una tarde a finales de abril, estaba en mi casa y vi en mi balcón tres macetas que contenían solo tierra, hace un año atrás habían crecido flores muy bonitas pero murieron porque dejaron de regarse. Pensé que era casi imposible que vuelva a crecer alguna plantita por las mismas condiciones que presentaban las macetas, ya que se veían solamente ramas secas y tierra en forma de piedras, pero no sé que me motivó y decidí regarlas de nuevo para ver si podían volver a crecer, creo que fue esa cuota de esperanza que el ser humano no termina de perder. Las primeras semanas no conseguí ver algún rastro de vida en las macetas, pero a partir de las semanas siguientes en una de las macetas comenzó a crecer una plantita. Ese acontecimiento me sirvió de enseñanza para mi propia vida:

Hoy es 21 de abril del 2010, para muchos este día puede pasar desapercibido pero para mí no. Este es un día en el cual he reflexionado acerca de mi vida: mi pasado, presente y futuro. He decidido tomar un nuevo rumbo, un camino trazado por mí mismo y no otro que ya ha sido transitado por otras personas. También he dejado de lado a esa persona que fui, o más bien que fingí ser, pero que en el fondo no lo era. Fui una persona que existía solamente para complacer a los demás pero no a mí mismo. Ya estaba cansado de ser un simple actor de este teatro que era la vida y decidí ser el propio director. Comencé cambiando y solucionando las cosas que me estresaban y me hacían sentir infeliz.

Dejé la universidad porque sentí que no podía verme en un futuro como un sociólogo: ni siquiera podía solucionar mis propios problemas y peor aún iba a solucionar problemas ajenos, no había coherencia entre mi vida privada y pública (si es que separamos de manera flexible y arbitraria estas dos esferas) Luego decidí dejar de aparentar ser esa persona feliz y chistosa que era con los demás pero que conmigo mismo no lo era. Cuando decidí hacer todos estos cambios en mi vida sentí un alivio tremendo, mis hombros que siempre estaban tensos comenzaron a ablandarse como pompas de algodón y mis mandíbulas que rechinchinaban sin que yo lo quisiese dejaron de hacerlo.

Los vicios que había tenido comenzaron a desaparecer: los juegos, el alcohol, la marihuana y el sexo. Me di cuenta que me había vuelto dependiente de ellos porque me causaban placer y me hacían olvidar por momentos los problemas que trataba de esquivar. También comencé a solucionar ciertos problemas que me tenían agobiado desde hace años atrás y que por épocas no me habían dejado dormir. Luego, comencé a reflexionar sobre mi pasado para ver si podía encontrar algún interés perdido y que no había podido explotar. Qué difícil fue este autoanálisis, sin embargo, encontré algunas actividades pequeñas que había hecho en el colegio, pero tenía la duda si los podía desarrollar nuevamente ya que habían pasado muchos años. Le conté a la psicóloga de mi universidad que cuando estaba en el colegio escribía algunos poemas pero que dejé de hacerlo porque una vez mi profesora de lenguaje pensó que yo no los había hecho y eso me desmotivó a seguir escribiendo. La psicóloga me aconsejó diciendo: “… que no hayas escrito mucho, no significa que ya no puedas escribir ahora, lo importante es que tenga las ideas en tu cabeza, eso siempre lo has tenido, tu problema se debe a que no plasmas esos pensamientos debido a la flojera y la desmotivación, este último puede deberse a una leve depresión”.

Esta historia de la plantita me hizo sentir que podía ser una nueva persona, tanto en el sentido de mi personalidad como en el sentido vocacional. Me hizo reflexionar que a pesar de que uno piense que ya no es posible desarrollar antiguas habilidades porque fueron dejados en el olvido por los años, uno nunca debe olvidarse que los talentos nunca mueren. Cuando vi esta maceta pensé que ya no podía crecer nada allí, pero cuando comencé a alimentarla con agua, creció una plantita, no fue la misma flor que anteriormente vivió allí pero lo interesante es que creció algo. Lo mismo puede ocurrir con una habilidad mía, tal vez ya no lo desarrolle de manera idéntica como cuando era adolescente, pero eso no significa que sea peor que la anterior, el tiempo hace que cambie y eso repercute también en mi estilo para desarrollar mis talentos. Regar la plantita es como practicar mis talentos, si dejo de hacerlo la plantita dejará de crecer y si dejo de practicar mis talentos no podrán desarrollarse al máximo. Este proceso se da a largo plazo. En el caso que la frustración me esté venciendo recordaré la historia de la plantita.

Biológicamente no puedo nacer dos veces, pero en un sentido personal y espiritual siento que si lo puedo hacer, es una nueva oportunidad para que deje de lado las cosas que me hacen daño y comience a crear un universo u horizonte distinto y mejor, es un capítulo nuevo de mi vida o si se puede decir metafóricamente, es una nueva planta la que ha nacido pero en una misma tierra y maceta.

Laberintos...

imagen: http://www.kidzworldespanol.com/img/upload/article/3234/laberinto.jpg


No voy a escribir acerca de los laberintos que hemos visto en los juegos de videos y en las películas, no es un lugar físico al que me refiero, sino que este laberinto es una creación misma del ser humano y va más allá de los espacios físicos, son circunstancias creadas por la misma persona que luego estas terminan apoderándose del creador y finalmente se hace muy difícil salir de ese estado. Entre las circunstancias que podemos definir como laberintos se encuentra la percepción de la personalidad de uno mismo hasta las personas más lejanas a nosotros pero que terminan influyendo mucho en nuestras vidas.

Creo haber estado en muchos laberintos, una de ellas es haber mostrado una percepción distinta de mí hacia los demás y esta percepción que ellos tienen de mí va moldeando mi propia personalidad y estilo de vida. Actúo según lo que las personas esperan de mí (familia, amigos, profesores, etc.) y dejo de lado mis propias ideas e intereses. Si desde ahora comienzo a ser lo que realmente soy las personas me verán raro y se sorprenderán de mi cambio, pero este cambio es aparente, no es que yo haya cambiado, sino que ahora muestro mi verdadera personalidad. Ellos no se equivocaron en tener esa percepción de mí, sino que yo me equivoqué al mostrarle otra que no era yo. Sin embargo, que difícil sería para mí cambiar de un día para otro esa imagen que tengo, dejar de parecer y ser uno mismo, ya ha pasado tanto tiempo que me he acostumbrado a eso y me resulta difícil de cambiar y al final termino quedándome en el laberinto que yo mismo he creado.

A finales del 2005 salí del colegio y no sabía que iba a hacer con mi vida, ya muchos compañeros habían entrado a la universidad y otros estaban preparándose para ingresar. Yo no tenía la mínima idea de lo que quería hacer con mi futuro y creo que todavía no lo sé, pero para ese entonces me sentía presionado porque “creo” que todos ya sabían qué hacer con sus vidas. En el 2006 decidí prepararme en una academia para ingresar a la universidad no por decisión propia, sino por presión indirecta de mi alrededor, sentía que tenía que correr con ellos o sino al final ellos terminarían dejándome, es como si alguien me pusiera en una pista de carrera con otras personas sin que yo supiera el motivo por el cual tengo que correr, y al final el único motivo que me impulsa a correr no es porque voy a alcanzar la meta sino porque los demás corren y tengo que seguirlos o si no me quedaré abandonado. A los 16 años de edad me fue difícil haber pensado distinto a los demás.

En el 2007 empecé a estudiar una carrera que no conocía muy bien pero que pensé que era la menos insoportable de llevar. Dejé de preocuparme por el futuro y esperé que las cosas pasen como tenían que pasar. Ya han pasado más de 3 años y me aburre la carrera, que ingenuo fui en dejar de pensar en las consecuencias que me traería estudiar alguna carrera que ni siquiera estaba seguro que me gustaba. Cada año que pasa se me hace difícil dar marcha atrás. Siento que he dedicado mucho tiempo para esta carrera que sin embargo, no termina convenciéndome, mi sacrificio para ingresar a la universidad me dio resultados, pero paradójicamente, me sacrifiqué por una carrera que no estaba seguro si la podía terminar. Siento que este laberinto se va haciendo más grande y más difícil de salir.

La primera vez que consumí alcohol fue a los 12 años y la segunda vez que lo consumí terminé borrando cinta. Siento que el alcohol termina apoderándose de mí, o mejor dicho, yo terminó vencido por él. Cuantos episodios fotográficos tengo de mis borracheras y que fea sensación se siente cuando después de la borrachera no recuerdo la totalidad de los acontecimientos. Siento que a veces no me conozco del todo o como dice una frase de una canción de Fito Paez: “… nadie puede decirme quien soy, ni yo lo sé muy bien…” Por eso mismo tengo miedo de no recordar los momentos sedados por el alcohol, porque no tengo la certeza de lo que soy capaz de hacer. Mi inconsciente, o sea yo pero en una forma más primitiva se apodera de mi yo consciente y sale a flote el “verdadero yo”. A veces esa sustancia me hace entrar en un laberinto en el cual se me hace difícil de salir.

A los 15 años fumé por primera vez marihuana. Me cagaba de miedo por hacerlo, con las justa había probado cigarro y no me gustaba, pero ahora era una hierba un poco más aromática y más natural, pero que sin embargo era respetado por algunos, despreciado por otros y temidos por el resto, creo que yo era parte del resto. Fui un adolescente criado en un círculo conservador y cerrado, en donde nadie había sido mi guía, yo era mi único guía, pero me guiaba de acuerdo a lo que veía a mi alrededor, o sea ese círculo conservador, por lo tanto, esta hierbita aromática no estaba entre mis patrones de lo normal. Lo fumé porque los demás lo hicieron, no podía dar marcha atrás, había entrado en ese laberinto de la adolescencia, en donde si no eres parte del montón no eres parte de nada, y yo no quise quedarme solo, además de eso hay algo que se me ha hecho difícil de combatir hasta ahora y es la acción de decir “no”, no lo decía porque no quería quedar mal y tampoco porque nunca tuve en claro de lo que eran mis propios límites, creo que nunca los tuve claro y poco a poco este laberinto fue creciendo y terminé algunos días fumando solo en mi cuarto para relajarme de los problemas que no quería reconocer. No tengo idea si esta planta sea buena o mala, pero cuando termino de fumarla a veces me siento culpable y no sé porqué.

“Dime con quién andas y te diré quién eres” Esta frase se presta para mucho análisis. Pero el problema es que yo ando con gente que no quiero estar, no los soporto. Creo que en el fondo quiero estar solo, entonces ¿Quién sería? Creo que mi verdadero yo se podría apreciar cuando estoy solo, como diría Jaime Bayly en un libro. Me he dado cuenta que ando con gente que no quiero estar pero se me hace difícil apartarme de ellos: ¿Qué hago? ¿Sigo en este laberinto que al final terminará trayéndome la infelicidad o simplemente dejo de verlos? Pero que me dirán, pensarán que fui un farsante todos estos años ante ellos y tal vez me odien de por vida, pero me haría más daño soportar de por vida este laberinto llamado círculo de amigos. Este círculo no tiene abertura alguna, que difícil de salir… aguarda… piensa un momento… ¿No te das cuenta de que tu eres un puntito que forma parte de todo el círculo? Por lo tanto puedes salir de allí; ya me cansé de ser el bueno con todos y de soportar en vano. En vez de parecer alguien tengo que ser yo mismo, esa es la única manera para enfrentar eso. Este laberinto yo lo diseñé, por lo tanto tengo que recordar cómo he creado todos estos caminos y así podré encontrar la salida y estar tranquilo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Querida hoja de papel...



Querida hoja de papel:

Sé que algún dia fuiste parte de un arbol, por eso es que ahora trato de decorarte con mis mejores perfumes para que recuerdes esa esencia que perdiste. Me parece inutil hablarte de ecología cuando rompo decenas de hojas tratando de dar un buen discurso de ello. Sé que es un sacrificio que estes dando parte de tu cuerpo para que pueda escribir algún verso hermoso y eso me tiene siempre dubitativo. Esta tinta tóxica solo sirve de tatuaje en tu cuerpo, yo sé que hay muchas imagenes que te disgustan, disculpame, trataré de borrarlas pero creo que igual quedará alguna mancha. Pienso que la humanidad está en decadencia desde el momento que el hombre quizo "mejorar", ahora paradojicamente estamos volviendo a nuestras raices aunque muchos lo ven con malos ojos. Sé que es en vano ponerse a llorar porque no te encuentras en tu habitat, pero dejame por lo menos utilizar parte de tu cuerpo para transmitir mi mensaje a los demás. Prefiero que muestres ese mensaje a que vivas escondida y durmiendo en alguna biblioteca apolillada. Ya nos hemos dado cuenta que el mismo arte de escribir es una crueldad para la naturaleza, volvamos a nuestros inicios y que predomine la oralidad a pesar de las consecuencias que este conlleve.

Saludos,

El lapicero tóxico