jueves, 25 de julio de 2013

Caer


Animo y me dicen ánimo,
respira lento y te costará hacerlo,
llora en silencio que nadie te podrá parar,
inunda el pozo en lágrimas que luego te podrá sacar a la superficie,
nada en tus recuerdos 
y aguanta la respiración para que no te atormentes,

Disfruta de tu silencio, 

porque cuando sea de día lo extrañarás,
esquiva la mirada, 
que sólo vale la pena mostrarla a los que más estimas.

Hazte el desentendido, 

el distraído, 
el disimulado,
para que ellos piensen que no los escuchas,
y con esos datos recrea tu percepción,
analízalos,
invéntalos 
y dale color al mundo externo,

No eres como una planta que absorbe y luego se marchita,

 eres un ser que absorbe y expulsa, 
como un fumador que expulsa el humo de su cigarrillo
sabiendo que este hace más daño a los fumadores pasivos que a sí mismo.

Si te dicen algo, asiente y luego toma asiento; 

recurre al silencio,
a tu silencio,
a su silencio, 
y verás que no sabrán que hacer, 
porque tú lo dominas muy bien.

Si te caes,

pues no lo hagas repentinamente,
cae como las hojas del otoño,
para que apacigües tu dolor.
Y si no puedes hacerlo,
cae como si fueras un paracaidista, 
que está convencido que va a caer en tierra firme,
y cuando caigas grita, 
como si no te importara que te escuchen 
porque paradójicamente ocasionarás un eco en los demás,
y ellos te escucharán en la otra parte del mundo
 y pensarán que estás presente.

No escribas lo que sientes, 

siente lo que escribes,
porque si no lo haces,
cuando lo vuelvas a leer en otro momento ya no sentirás lo mismo.


Eyan

jueves, 23 de mayo de 2013

El jardinero

Había una vez un jardinero que trabajaba en un vecindario del distrito de Pueblo Libre. Era una persona muy trabajadora y pujante, desde muy niño había aprendido esa ocupación y lo ejercía con mucha honra. Un día se le ocurrió ir a una conferencia sobre emprendimiento y progreso, pensó que esa conferencia le podría ayudar a mejorar su situación económica. En esa conferencia expusieron algunas personas que parecían muy importantes, ellos le dijeron que la única manera para seguir adelante y tener éxito en la vida era a través de la perseverancia. Este término se le quedó tan grabado en la mente al jardinero que pensó tomarlo como filosofía de vida. Luego de la conferencia meditó un poco y quiso ampliar su horario de trabajo, pensaba que si comenzaba desde más temprano conseguiría más clientes y, en consecuencia, aumentaría sus ingresos. Para él la perseverancia también se medía en el esfuerzo de levantarse todos los días más temprano, de combatir la flojera y el sueño. Sin embargo, este fue el comienzo de su trágico final. 

Paradójicamente, el jardinero comenzó a perder a los clientes que tenía; iba a sus casas más temprano de lo usual (alrededor de las 8 de la mañana) y no conseguía que nadie le abriera, seguramente porque estaban durmiendo. Por su mente rondaba la idea de que estas personas no conocían verdaderamente lo que era la “perseverancia” y, por momentos, llegó incluso a cuestionar ese concepto ya que sus clientes tenían una mejor calidad de vida que él, aunque no pareciesen ser perseverantes para levantarse más temprano. El punto más álgido de su desgracia ocurrió cuando un día fue a visitar a su cliente en Pueblo Libre. Era una familia de ascendencia japonesa. Tenía muchos años trabajando allí desde la vez en que un joven lo llamó en plena calle para que pode su jardín. Anteriormente esta familia había tenido otro jardinero, se dice que el joven cambió de jardinero porque este también iba muy temprano a su casa y no conseguía que nadie le abriese. Era obvio que este último jardinero no sabía de esta historia y tampoco le importaba, lo único que quería era obtener más clientes.

Ese día llegó más temprano de lo usual, alrededor de las 7:30 de la mañana. Se propuso que este iba a ser su última oportunidad para aplicar su filosofía de vida de la perseverancia, tocó el timbre y nadie le abría pero se había tomado tan en serio esta palabra que no se había dado cuenta de que la perseverancia también se aplicaba al tocar de forma persistente el timbre, no lo había hecho con sus anteriores clientes, por eso comenzó a tocar el timbre de forma acelerada. Para no cansarse comenzó tocando el timbre con el dedo índice, luego le siguió el dedo medio, el anular, el pulgar y finalmente el meñique; se cansó con una mano y comenzó con la otra. Para no aburrirse, el jardinero se imaginó que estaba tocando una melodía de piano. Tocaba el timbre tan rápido y de manera tan fluida que si los pianistas más virtuosos del siglo XVIII y XIX lo hubieran visto, habrían pensado que el jardinero se equivocaba de ocupación y que habría sido el pianista más talentoso de toda la historia. De repente, cuando sólo le faltaba tocar con el dedo meñique de la mano izquierda oyó que la puerta se abría, el jardinero sintió un gran regocijo que nunca antes había experimentado, le dio gracias a la señora perseverancia por haber cumplido su meta de abrirle la puerta. Salió un señor totalmente enfurecido apunto de gritarle pero el jardinero, para evitar la situación tensa, se anticipó y le dijo: ¡El que la sigue la consigue! (con una sonrisa un poco avergonzada). 

El señor estalló de furia y le dijo que nunca más regrese a esta casa para trabajar. Mientras tanto, un joven que vivía en esa casa estaba durmiendo. Había puesto su alarma para levantarse temprano para ir a su clase de inglés porque tenía un examen importante. Esta alarma le había funcionado al principio, ya que tenía un sonido horripilante, pero con el paso de los meses la costumbre había ocasionado que este sonido se convierta en melodía y en vez de despertarlo lo hacía dormir más tiempo. Sin embargo, el grito de su señor padre no era usual y lo hizo despertarse en milésimas de segundos, no porque estuviera preocupado por su examen sino por su reacción. Escuchó los últimos adjetivos propalados al jardinero y se puso un poco triste. Le dio pena que el señor jardinero no vuelva a trabajar en su casa, no tanto porque hacía una buena labor, sino porque ya nadie lo iba a poder despertar de esa manera. Quiso decirle al jardinero que venga todos los días a tocar de esa manera para que el grito de su padre pueda despertarlo pero ya era muy tarde. El jardinero se había ido con el sabor amargo de la perseverancia.



Eyan

domingo, 21 de abril de 2013

Amanecer


Los pajaritos empiezan su orquesta musical con la llegada del alba,
imponen su presencia a través del sonido,
los canes hacen lo mismo pero sin éxito alguno,
los automóviles empiezan su marcha de forma ascendente,
pero igual son socavados por el bullicio de los animales,
los despertadores hacen lo mismo de forma sincronizada con la complicidad de los bostezos,
las puertas se hacen daño a sí mismas,
y los pasos de los mortales empiezan su marcha hacia las labores cotidianas.

El día empieza,
aunque el día ya empezó hace varias horas pero recién se hace evidente con su bullicio,
Creo que el amanecer es el único momento donde hay un equilibrio de sonidos en el mundo.
Momento corto pero trascendental porque da el inicio a las obligaciones humanas,
tiempo en donde todos bostezan a la vez:
hombres, animales y cosas formando una orquesta y creando una sinergia que no es valorada,
para algunos es el comienzo de un nuevo día,
para otros es la lucha por querer ser escuchados aunque sin éxito.

Pensé que el amanecer se asemejaría al ocaso,
pero hay una diferencia sustancial,
el primero es el comienzo pero el otro es transitorio,
aunque a los dos no se les presta la debida atención,
no son caras de la misma moneda porque uno empieza con el sonido mientras el otro lo mantiene,
El agua también se hace manifiesto a través de sus golpes en la bañera,
Inodoros recibiendo la mañana con la acumulación inconsciente de las sobras humanas,
Innumerables jaladas de palancas simultáneas van ahogando a las ratas en los desagües.



Tiempo...

El ayuno se apodera de mi mente, 
la búsqueda del vacío que queremos llenar con vacío, 
la sabiduría que queremos llenar con ignorancia, 
el grito que queremos transmitir con nuestro silencio, 
percibimos las cosas mejor mientras menos actuamos, 
amamos mejor mientras más lejos estamos, 
odiamos más cuando estamos más cerca, 
y agradecemos más mientras menos nos apreciamos, 
quiero compartir mi aire contigo,
ese aire que transmitíamos mientras nos acurrucábamos, 
ese aire pesado que transmite ternura y pasión. 

Hace poco te dije que te amaba,
 y me creíste y pensaste que era una verdad absoluta, 
que ese momento presente se convertiría también en futuro 
y que ese sentimiento perduraría en el tiempo, 
pues si lo era, 
pero ya no lo es, 
yo también lo sentía pero el tiempo se encarga de simplificar esos momentos 
y lo peor de nosotros es que tenemos memoria y recuerdos, 
piensas reafirmar tu dolor cuando recuerdas esas palabras,
pero la diferencia es que el tiempo ya ha transcurrido pero no tu olvido,
momento desdichado del desamor, 
momento sagrado que se vuelve intemporal, 
que luego puede ser transmitido a diferentes tiempos: 
pasado, presente y futuro. 

No te guíes de ese momento que si bien fue verdad pues yo ya no soy el mismo de aquello, 
yo no soy yo, 
yo soy otro, 
soy ese que no quieres aceptar, 
quieres aceptar al verdadero, 
al anterior, 
pues ese yo anterior fue verdadero pero ya no lo es ahora, 
olvidémonos y ahora piensa en estas palabras: 
No te amo, 
Vuélvelo absoluto e intemporal, 
Utilízalo ahora y posponlo para que te sirva de guía, 
y es así que todo termina, 
porque piensas que ya no te amo y no te podré amar.
Sin embargo, 
el tiempo es neutral.