Mirar los colores de tus
ojos,
el contraste entre el
iris
y la pupila.
No todo es blanco y
negro, me dijo el amor
cuando
jugaba con tu mirada.
Belleza inconmensurable,
los rayos del sol se
posan en tu cabellera.
El recuerdo de un atardecer,
la danza de las
cortinas,
las ventanas con los
brazos abiertos:
el horizonte ve a dos
almas perdidas.
Mirada de inocencia,
las arrugas debajo de tus
sienes,
sabiduría del alma:
me enseñaste sin que me lo dijeras.
Ojos que presenciaron
la desdicha ajena.
Labios de cereza,
dulce voz,
lenguaje de las aves,
melodía en do mayor.
¿Por qué cierras un
capítulo al apretar tus labios?
Ella, ella,
dama de la noche.
Iris que rodean las
islas de la Polinesia.
¿Cuándo dejaras el
cautiverio?
¿Cuándo vendrá tu
encantamiento?
¿Por qué te aíslas?
¿Será que solo una
persona puede entrar en tu escondite?
¿Por qué ese lenguaje
críptico?
¿Por qué esperar que el
silencio hable por nosotros?
Nuestro amor dos veces
fallido...
Resignarnos a las
indirectas,
como las miradas de reojo
cuando estamos en compañía.
No te vayas sin
despedirte
que las frases toman
vuelo
pero no se mantienen
unidas,
el silencio las separa,
el tuyo y el mío.
Eres la excepción a la
regla.
Ese cigarrillo
adicional que me perdono cada día.
Dama de la noche,
dama de mi vida.
dama de mi vida.
Eyan
No hay comentarios:
Publicar un comentario