sábado, 2 de julio de 2016

Dama de la noche

Mirar los colores de tus ojos,
el contraste entre el iris
y la pupila.
No todo es blanco y negro, me dijo el amor 
cuando jugaba con tu mirada.

Belleza inconmensurable,
los rayos del sol se posan en tu cabellera.
El recuerdo de un atardecer,
la danza de las cortinas,
las ventanas con los brazos abiertos:
el horizonte ve a dos almas perdidas.

Mirada de inocencia,
las arrugas debajo de tus sienes,
sabiduría del alma:
me enseñaste sin que me lo dijeras.
Ojos que presenciaron
la desdicha ajena.

Labios de cereza,
dulce voz,
lenguaje de las aves,
melodía en do mayor.
¿Por qué cierras un capítulo al apretar tus labios?

Ella, ella,
dama de la noche.
Iris que rodean las islas de la Polinesia.

¿Cuándo dejaras el cautiverio?
¿Cuándo vendrá tu encantamiento?

¿Por qué te aíslas?
¿Será que solo una persona puede entrar en tu escondite?

¿Por qué ese lenguaje críptico?
¿Por qué esperar que el silencio hable por nosotros?

Nuestro amor dos veces fallido...

Resignarnos a las indirectas,
como las miradas de reojo cuando estamos en compañía.

No te vayas sin despedirte
que las frases toman vuelo
pero no se mantienen unidas,
el silencio las separa,
el tuyo y el mío.

Eres la excepción a la regla.
Ese cigarrillo adicional que me perdono cada día.

Dama de la noche, 
dama de mi vida.


Eyan

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