martes, 20 de diciembre de 2016

Hilos del tiempo

Mañana será otro día como hoy lo fue para el ayer.
Entre sueños,
el tránsito entre el hoy y el mañana,
entre el ayer y el hoy...así surges:
como queriendo irte,
como queriendo volver.

Despierto con los ojos cerrados
para no despertar de mi sueño:
la sensación de tenerte cerca aunque no estés a mi lado.

Vuelvo a dormir,
para mí no ha empezado aún la mañana.
Cerrar los ojos es hilvanar la noche con el día,
tenerlos juntos sin estarlo,
como recordarte a través del olvido.

Tu imagen se desdobla en presencia y ausencia:
la sombra de tu alma,
el corazón que late sin sangre.


Eyan

martes, 9 de agosto de 2016

No sé

Personajes:
-Amanda
-Felipe

Escena I

Amanda y Felipe en el patio del colegio.


AMANDA
Yo no sé,
quizá,
tal vez,
¿por qué será?
Qué se yo.
Yo nada sé,
¿quién soy yo?
no sé…

A su amigo Felipe.

AMANDA
Un día le pregunté a mis padres por qué me quisieron tener… ellos me respondieron que yo nací sin querer, que primero aparecí y luego ellos se preguntaron:

-¿Estás embarazada?
-Pues sí.
-¿Y qué hacemos?
-No sé.
-¿Y ahora? ¿Lo quieres tener?
-Ya está aquí, qué vamos a hacer.

FELIPE: ¿Te dijeron eso?
AMANDA: Pues sí.
FELIPE: ¿Y no te molestaste?
AMANDA: ¿Por qué habría de molestarme?
FELIPE: Porque naciste sin querer.
AMANDA: Pero ellos se quieren.
FELIPE: Pero naciste sin que ellos lo planificaran.
AMANDA: ¿Y qué?
FELIPE ¿Cómo que qué?
AMANDA: ¿Acaso tú no les has preguntado?
FELIPE: No, me da miedo.
AMANDA: ¿Por qué?
FELIPE: Porque me sentiría mal si me entero que nací sin querer… ser fruto del azar.
AMANDA: ¿Y tú no crees que el universo se creo así?
FELIPE: Igual no quiero saber… mejor hablemos de ti.
AMANDA: Ya terminé.
FELIPE: Hmmm… oye, ¿y qué te gustaría estudiar de grande? El otro año entramos a la secundaria y debemos ir pensando para cuando salgamos del colegio.
AMANDA: No sé.
FELIPE: ¿Cómo que no sabes? ¿Qué es lo que te gusta hacer?


Amanda se encoge de hombros.


FELIPE: Yo voy a estudiar administración de empresas.
AMANDA: ¿Te gusta?
FELIPE: Me parece interesante.
AMANDA: ¿Por qué?
FELIPE: (Duda). Porque a todos les gustaría ser administrador de empresas.
AMANDA: Entonces vamos a jugar a ser administradores de empresas.
FELIPE: Yo no sé cómo se juega.
AMANDA: Vamos a crear una empresa y tú te vas a encargar de administrarla. ¿Qué empresa quieres formar?
FELIPE: No sé, yo solo quiero administrarla.
AMANDA: Vamos a tirar una moneda.
FELIPE: ¿Para qué?
AMANDA: Para escoger qué empresa vamos a administrar. Escoge dos opciones.
FELIPE: (Piensa). Restaurante y tienda de ropa.
AMANDA: Restaurante cara, tienda de ropa, sello.


Amanda lanza la moneda.


AMANDA: Sello. ¿Qué ropa te gustaría vender?
FELIPE: Ropa… qué ropa…
AMANDA: Para adultos, jóvenes o niños.
FELIPE: Para jóvenes.
AMANDA: ¿Hombres o mujeres?
FELIPE: ¿No puede ser para ambos?
AMANDA: No, tienes que escoger uno.
FELIPE: Para hombres.
AMANDA: ¿Formal o casual?


Felipe se molesta pero le sigue la corriente.


FELIPE: Casual.
AMANDA: ¿Estrato social?
FELIPE: ¿Qué es eso?
AMANDA: Si es para ricos, no tan ricos o pobres.
FELIPE: Ya no quiero jugar.
AMANDA: No te desanimes, ya falta poco para crear la empresa.
FELIPE: Ricos.
AMANDA: Tienda de ropa, jóvenes, hombres, casual, ricos. Ok. ¿Cuánto dinero quieres gastar?


Felipe mira sus bolsillos.


FELIPE: No tengo nada.
AMANDA: Eso no importa, estamos jugando.
FELIPE: Un millón de soles.
AMANDA: Eso es mucho.
FELIPE: Mi papá me dijo que uno tiene que pensar en grande, por eso pienso en millones.
AMANDA: ¡Asuu! Ok, sigamos. ¿Vas a importar la ropa o lo vas a hacer tú mismo?
FELIPE: Lo voy a hacer yo mismo.
AMANDA: ¿Dónde vas a comprar las máquinas?
FELIPE: ¡Ya no quiero jugar y ya no quiero ser administrador!


Felipe se va llorando.


 * * *



Escena II

Amanda y Felipe en el patio del colegio.


FELIPE: Mis papás ya no quieren que juegue contigo.
AMANDA: ¿Por qué?
FELIPE: Dicen que tú confundes a todos.
AMANDA: ¿Yo? Pero si solo hago preguntas.
FELIPE: Por eso mismo. Eres muy preguntona.
AMANDA: ¿Entonces por qué te me acercas?
FELIPE: Porque ahora me toca preguntarte.
AMANDA: No creo que el juego dure mucho.
FELIPE: No importa.
AMANDA: Y luego no me digas que te lo advertí.
FELIPE: No importa. Empecemos. (Pausa). ¿Qué te gustaría ser de grande?
AMANDA: No sé.


Sonido de grillos.


AMANDA: Te lo dije, conmigo no funciona.
FELIPE: No vale decir que no sabes, tienes que escoger. Por ejemplo, ¿Qué les gustaría a tus padres que seas de grande?
AMANDA: Tampoco lo saben.
FELIPE: ¿Qué te gusta hacer?
AMANDA: Me gusta preguntar.
FELIPE: Eso tampoco vale, a nadie le gusta hacerse preguntas.
AMANDA: A mí sí.
FELIPE: Pero si no tienes respuestas.
AMANDA: A mí me gustan las preguntas, que no encuentre respuestas es otra cosa. Mira cómo juego. Estas son las palabras mágicas de inicio.

Yo no sé,
quizá,
tal vez,
¿por qué será?
Qué se yo,
yo nada sé,
¿Quién soy yo?
No sé.

AMANDA: Luego sigo con la duda del momento:

¿Qué pasaría si conozco a un chico y me enamoro?
¿Cómo sé que estoy enamorada?
¿Qué es el amor?
¿Un sentimiento?
¿Un interés con afecto?
Si es sentimiento, ¿cómo se expresa?
¿Me detengo? ¿Me paralizo?
¿Y por qué me paralizo?
¿Por qué me quedo callada cuando lo veo?
¿Le sonrío?
¿Por qué?
¿Quiero que me sonría?
¿Por qué?
¿Me gusta su sonrisa?
¿Por qué?
¿Qué es la sonrisa?
¿Un interés afectivo?

FELIPE: ¡Basta! Por favor, ¡basta! ¿No te desespera hacerte tantas preguntas?
AMANDA: No, ¿por q….?
FELIPE: Ya, ya, ya (interrumpe). A mí sí. Mejor no te digo nada, aunque eres rara.


Amanda va a preguntar pero se queda callada. Sonido de grillos.


AMANDA: Te propongo un juego. Aquí tengo una moneda. Tú haces una pregunta y la moneda responde.
FELIPE: Tú respondes por la moneda.
AMANDA: Sí.
FELIPE: Está bien.
AMANDA: Pregunta.
FELIPE: ¿Te puedo dar un beso?
AMANDA: ¡No vale!
FELIPE: Tú quisiste jugar.
AMANDA: Cara sí, sello no.


Amanda lanza la moneda. 


FELIPE: ¡Cara!
AMANDA: ¡Espera! Tenemos que saber si es ahora o después.


Amanda lanza la moneda.


FELIPE: ¡Cara!
AMANDA: ¡Espera, espera! Tenemos que saber si es aquí o en otro lugar.


Amanda lanza la moneda.


FELIPE: ¡Cara!
AMANDA: ¡Espera, espera!
FELIPE: ¿Por qué pones pretextos? Si no quieres dímelo, pero no me pongas en esta situación.
AMANDA: Ya...ven...
FELIPE: ¿Quieres?
AMANDA: No sé. (Sonríe).
FELIPE: Parece que sí.
AMANDA: ¿Por qué?
FELIPE: Porque sonríes.
AMANDA: Y qué. (Se pone roja)
FELIPE: Y te estás poniendo roja.
AMANDA: Y eso qué tiene.


Amanda cierra los ojos y Felipe la besa. Detrás de ellos, al fondo del escenario, se proyecta un poema.


Mi respuesta fue un sí
sin que me lo preguntaras,
así empecé a amarte.
El amor es respuesta
antes que pregunta,
certeza antes que duda,
respuesta sin interrogante.


Felipe la suelta. 


FELIPE: Acabó el juego.
AMANDA: ¡Wow! (Sonríe y levanta sus brazos).
FELIPE: Me voy.
AMANDA: ¿Por qué? ¿No te gustó el juego?
FELIPE: Sí (duda). Me gustó el juego, pero no es por eso.
AMANDA: ¿Entonces?
FELIPE: Deja de hacerme tantas preguntas.
AMANDA: Está bien. (Se preocupa). Toma (le entrega la moneda). Mañana me la devuelves.
FELIPE: Quédatela.
AMANDA: ¿Nos vemos mañana?


 Felipe se va sin despedirse.




Fin.

miércoles, 13 de julio de 2016

Uno de los nuestros

-¿Y qué pensaste en ese momento?
-Decepción, Tito, decepción. Yo pensé que era distinta pero terminó siendo igual que las demás. La vida le puso una prueba y… yo no sería capaz de hacer eso, tú me conoces, Tito.
-¿Y qué otra cosa pensaste?
-Sonará extraño pero en ese momento pensé en otra chica.
-En quién.
-Una chica que había conocido en la meditación… es extraño que te cuente esto, porque en esa época ella tenía diecinueve años. Le llevaba seis años de diferencia.
-Una jovencita.
-Pero no cualquier jovencita, Tito, no, ella era distinta. Era como si su cuerpo no encajara con su edad, con su carácter, como si hubiese vivido antes de nacer. Nadie va sola a su edad.

Tito se quedó en silencio. Algo le había interrumpido, una idea comenzó a rondar por su cabeza.

-Recuerdo que ella se retiraba inmediatamente al terminar las conferencias. No había manera de retenerla –le dijo Jacob.

Tito seguía absorto en sus pensamientos:

Así son esas almas, sí… así son.

-Una vez los profesores de meditación organizaron un paseo a Chosica. Ella también fue. Ese día todos los del grupo nos dirigimos al paradero para tomar un bus que nos llevaría hasta el cruce de la Av. Wilson y Paseo Colón, allí teníamos que subir a otro bus para dirigirnos a Chosica. Cuando entramos al segundo bus me senté en la última fila. Ella había hecho lo mismo.

Es uno de los nuestros… sí, es uno de los nuestros.

Jacob sintió que estaba siendo cuestionado por Tito. Su silencio le incomodaba.

-Tito, si ella no hubiera ido yo me habría sentado en el mismo lugar. Tú sabes a qué me refiero.
-Yo nunca dudaría de eso, muchacho, te conozco. Cuénteme lo que ocurrió después.

Jacob se sintió más tranquilo por su respuesta, pero sabía que Tito era un ser de varias capas de profundidad. No era momento para hablar de esos temas.

-Lo que ocurrió después fue que en el transcurso del viaje ella se puso a escuchar música, pero solo se colocó un audífono.
-Dejaba la posibilidad para conversar.
-No me había puesto a pensar en eso, pero sí, era una posibilidad. En fin, luego le pregunté cuál era el tipo de música que le gustaba. Me dijo que la música experimental. Me dio uno de sus audífonos y nos pusimos a escuchar por unos minutos.
-¿Qué te pareció?
-Muy extraña. No podía decir que me disgustó porque era extraña, inalcanzable, fuera de mi entendimiento, como ella misma, un enigma como…

Quiso referirse a un personaje de una novela, de Alejandra de Sobre Héroes y Tumbas. No obstante, sabía que ese ejemplo llevaría la conversación a otra parte. No era preciso comparar un personaje con una persona real, las diferencias eran mayores que una mera coincidencia en el carácter.

-…como el tema de su edad y la relación con sus gustos. Vuelvo a decir, su forma de ser no era acorde con su edad, porque hay personas mayores que demuestran lo contrario –se detuvo al decir esto, volvió a sentir la misma herida.
-Como la que te decepcionó.
-Con ella prefiero decir que no fue por ese motivo. Yo diría que en las personas existe ese “algo más” que las define, o, mejor dicho, que las diferencia, pero no sé Tito. Creo que ella, en el fondo, nunca lo tuvo.
-¿Y por qué te saliste de la meditación? Habrías vuelto a ver a esta otra chica.
-Ella no iba tan seguido, y yo me salí por cuestiones personales. Sentí que no encajaba, no me sentía del todo cómodo, algo me impidió unirme, era como si yo fuese alguien que pudiera contaminar la pureza de espíritu de la organización. Pensé que podía pertenecer a un grupo; sin embargo, Tito, yo me conozco, siempre termino solo.

Como Tuan Jim… sí, como él.

-¿Y qué ocurrió con ella? -le preguntó Tito.
-La vi en una de esas últimas reuniones de meditación. La noté que estaba más delgada. Lo mismo me había ocurrido en ese entonces.
-Uno de esos experimentos que hiciste con tu alimentación.
-Así es –sonrió-, pero lo curioso fue que lo experimentamos en el mismo periodo de tiempo, sin vernos, como la sincronía de los relojes. Si así fuese el amor, Tito, ¿no crees que no existirían los celos? El amor como sincronía, o magnetismo, no como dominio.
-Pero dejaste de ir a ese grupo.
-No podría hacer las cosas si solo fuese por ella, estaría renunciando a mi individualidad, yo sé que ella odiaría eso de mí.
-¿No la volviste a ver?
-No, nunca más, no sé si continúa con la meditación, traté de localizarla en el internet pero no dejó ningún rastro.

Es una romántica…sí, una romántica. 




Eyan

sábado, 2 de julio de 2016

Dama de la noche

Mirar los colores de tus ojos,
el contraste entre el iris
y la pupila.
No todo es blanco y negro, me dijo el amor 
cuando jugaba con tu mirada.

Belleza inconmensurable,
los rayos del sol se posan en tu cabellera.
El recuerdo de un atardecer,
la danza de las cortinas,
las ventanas con los brazos abiertos:
el horizonte ve a dos almas perdidas.

Mirada de inocencia,
las arrugas debajo de tus sienes,
sabiduría del alma:
me enseñaste sin que me lo dijeras.
Ojos que presenciaron
la desdicha ajena.

Labios de cereza,
dulce voz,
lenguaje de las aves,
melodía en do mayor.
¿Por qué cierras un capítulo al apretar tus labios?

Ella, ella,
dama de la noche.
Iris que rodean las islas de la Polinesia.

¿Cuándo dejaras el cautiverio?
¿Cuándo vendrá tu encantamiento?

¿Por qué te aíslas?
¿Será que solo una persona puede entrar en tu escondite?

¿Por qué ese lenguaje críptico?
¿Por qué esperar que el silencio hable por nosotros?

Nuestro amor dos veces fallido...

Resignarnos a las indirectas,
como las miradas de reojo cuando estamos en compañía.

No te vayas sin despedirte
que las frases toman vuelo
pero no se mantienen unidas,
el silencio las separa,
el tuyo y el mío.

Eres la excepción a la regla.
Ese cigarrillo adicional que me perdono cada día.

Dama de la noche, 
dama de mi vida.


Eyan

miércoles, 22 de junio de 2016

Al borde de la vereda

Un día salimos a caminar por las calles de Miraflores, los dos solos, de la mano. Yo estaba en el lado de la vereda que da a la pista. Esa costumbre me lo había enseñado mi prima tiempo atrás: “Los caballeros tienen que caminar por ese lado porque deben proteger a las damas.”

Caminar y pensar,
acción y contemplación en un mismo cuerpo;
movimiento y quietud.
Dos mundos paralelos en un tercero.

-¿Sabes? A veces tengo pensamientos extraños.
-¿Como cuáles? –le pregunté.
-No vayas a pensar que soy una malvada, tú sabes que te amo.
-Dime –le dije con un tono/gesto indiferente, no porque no sintiese nada, sino porque hay veces en que los sentimientos no saben expresarse, no encuentran el gesto adecuado ante una situación extraña (pero después me di cuenta que no lo era).
-Solo que a veces imagino que te empujo hacia la pista y que un carro te atropella. A veces pienso ese tipo de cosas. Pero no te asustes, siempre se me pasa.

   No quise ahondar en ese asunto. No tanto por ella, sino por miedo de descubrirme en ella. (¡A mí también me había ocurrido ese tipo de alucinaciones!) No con ella, pero me había pasado lo mismo. Me había pasado con algunos amigos de la universidad (en los momentos en que conversábamos de cerca). Me imaginaba que aquella persona frente a mí se encontraba en el suelo y yo le pateaba varias veces en la cara, hasta que veía que sangraba y mi mente se detenía para retomar la conversación.
  ¡Cuántas cosas imaginamos y son tan parecidas! Los sentimientos se perciben, algunos pensamientos se leen, pero la imaginación… eso sí que nos pertenece. Imaginar lo que imaginan ya escapa de mi imaginación. ¡Qué cruel puede ser la imaginación del ser humano! ¿O alivio de encontrar similitudes en ese abismo de la conciencia?
   He dejado de caminar al borde de la vereda, ya no soy el caballero de antes. Y no por esa razón, sería estúpido argumentar que fuera esa. La principal es porque no va con mi forma de ser, prefiero ser más espontáneo y menos formal. Otras veces me ocurre que camino al borde de la vereda pero sin ser consciente.


Eyan

martes, 7 de junio de 2016

El arte y la política


Las palabras y los días

Por Octavio Paz

Recordación

(...) Aunque el propósito de su viaje y de sus actividades era esencialmente político, los Alberti se sentían incómodos entre los intelectuales revolucionarios mexicanos. Era natural que les pareciesen un poco arcaicos, rústicos y estrechamente dogmáticos. Todos ellos pertenecían a la LEAR (Liga de Artistas y Escritores Revolucionarios), una agrupación que había sido fundada a imagen y semejanza de otras similares que existían en Europa, como las AEAR, de Francia y España. En aquellos años esas sociedades estaban a punto de desaparecer, transformadas en Alianzas de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura. Era el momento de los Frente Populares, la mano tendida a demócratas burgueses y católicos, la amistad con Gide, Malraux, Foster, Auden, Spender. En realidad, por su edad, su formación y sus gustos estéticos, los Alberti se sentían más cerca del grupo de poetas de la revista Contemporáneos –Pellicer, Novo, Villaurrutia, Gorostiza y otros- tildados por los radicales de cosmopolitas, artepuristas y reaccionarios. Por esto no es extraño que el libro de poemas que Alberti escribió en México a la memoria de Sánchez Mejías fuese ilustrado por un pintor ajeno a las luchas ideológicas, Manuel Rodríguez Lozano, y no por Siqueiros.
    Las relaciones de Alberti con los jóvenes eran más naturales. En una ocasión nos reunimos con él en el bar. Cada uno de nosotros leyó uno o dos poemas. Alberti escuchaba con cortesía aunque, hay que confesarlo, sus comentarios eran parcos y poco entusiastas. Cuando llegó mi turno, vacilé: mis poemas no eran sociales ni combativos como los de los otros sino más bien íntimos. Sentí un poco de vergüenza: de pronto me pareció que leer aquellos textos era como incurrir en una confesión no pedida. Alberti reparó en mi turbación. Al salir me llamó aparte y me dijo: “En lo que escribes hay una búsqueda de lenguaje y por eso tus poemas, en el fondo, son más revolucionarios que los de ellos. Tú te propones explorar un territorio desconocido –tu propia intimidad- y no pasearte por parajes públicos en donde no hay nada que descubrir”. No he olvidado nunca esas palabras. ¿Las recordará Alberti?


Fuente: PAZ, Octavio. Las palabras y los días: Una antología introductoria. México, D.F. FCE. Pág. 89-90.

domingo, 22 de mayo de 2016

Respuesta sin pregunta

Mi respuesta fue un sí
sin que me lo preguntaras,
así empecé a amarte.

El amor es respuesta
antes que pregunta,
certeza antes que duda,
repuesta sin interrogante.

                


                                                                Eyan

viernes, 13 de mayo de 2016

Eco del silencio

Surges en las noches,
reemplazas al silencio,
eres mi distracción interna.

Estado ambiguo
entre la vigilia y el sueño,
el amor en estado contemplativo.

Ocultar el amor, sí...
tan auténtico
como demostrarlo.




Eyan


viernes, 22 de abril de 2016

El chicharrón de Alfredo Barnechea

Título: El chicharrón de Alfredo Barnechea

Personajes:
-Alfredo Barnechea
-Vendedor

Obra en un solo acto y escena única (ficción).


Escena única

Alfredo Barnechea camina por la calle y un vendedor se le acerca ofreciéndole chicharrones.

AB: No como chicharrones, soy vegetariano.
V: Pero cómo es eso posible, señor, si usted está a favor de la matanza de toros.
AB: Y eso qué tiene que ver con que no pueda ser vegetariano. ¿Acaso no conoce gente antitaurina que come animales? ¿Usted sabe en qué medida yo me diferencio de ellos?
V: No.
AB: Parecerá lo mismo pero creo tener mejores argumentos, ya que ellos consideran que la matanza de toros en un espectáculo no puede considerarse como arte, sino como asesinato, un acto inmoral…
V: Tienen razón.
AB: Pero déjeme terminar, sino no va a entender lo que defiendo.
V: Prosiga.
AB: El tema es el siguiente. Ellos no justifican la matanza de un animal si el propósito no está vinculado con el instinto de supervivencia, la alimentación, lo que para mí, en otras palabras, es satisfacer sus apetitos elementales, los inferiores, los más bajos. Qué argumento tan mezquino para justificar sus propósitos. ¡Y yo pensé que nuestra especie había evolucionado! ¿Usted cree que el ser humano, es solo ser humano en cuanto existe? ¿Cree que eso nos diferencia del resto de los animales?

El vendedor no sabe qué responder.

AB: Lo que nos diferencia de ellos es que el ser humano existe para trascender, busca un motivo superior para justificar su existencia. Lo otro sería mantenernos en un estado animal, que es lo mismo que estar muertos en vida. Y no podemos justificar la muerte de un animal por un motivo insignificante, eso sería negar nuestra evolución: la superioridad de nuestra especie frente a las demás. Por eso, yo creo que aquí el arte juega un papel importante, le da significado, va más allá del bien y del mal, incluso le otorga un carácter mágico, ritualista. ¡Qué hermoso es ver ese espectáculo! Debería de acompañarme y se dará cuenta de que no estoy equivocado.
V: Me ha convencido, señor Barnechea. Usted tiene mi voto. Me saco el sombrero por la forma en que ha defendido su posición.
AB: ¡Espere!

El vendedor se queda pasmado por su respuesta.


AB: Acepto no comer chicharrones, pero por favor, ni se le ocurra sacarse su sombrero y obsequiármelo, que eso sí que me va a restar votos.


Fin



Eyan

viernes, 19 de febrero de 2016

Mañana

Mañana será un nuevo día
pero la noche,
siempre la misma.

Eyan

martes, 9 de febrero de 2016

Insignificancia

Mientras más insignificante sea tu vida, más importancia otorgarás a las cosas insignificantes.

Eyan

domingo, 10 de enero de 2016

Realidad vs ficción

Recuerdo que, cuando tenía once años, escribí mis primeros poemas (de amor). Mi amor existía, el de ella no sé, eso que llaman amor platónico. Tuve la (des)dicha de mostrarlos en un curso del colegio. Mi profesora, al leerlos, no creyó en mi autoría. Era obvio: ¿cómo alguien, que no ha vivido el amor, puede escribir sobre ello? Hay que sufrir, desgarrarse (eso que los adultos llaman experiencia). Pero en este caso discrepo: la ficción supera a la realidad.
Eyan

Feliz día de los inocentes

Mis elecciones políticas reflejan, en gran medida, la misma situación que mis relaciones amorosas: equivocaciones que tienden a la decepción y al fracaso.
Si tan solo todos los días fueran como los días de los inocentes, diría: estoy segurísimo que es el mejor candidato(a)... o, ¿quieres estar conmigo? Me basta un día para com(probarte).
Todo sería más fácil si la vida fuera un ensayo, un simulacro, una broma pesada -o no tan pesada- que se desvanece, fácilmente, con el bullicio de las carcajadas.

Eyan