Un día salimos
a caminar por las calles de Miraflores, los dos solos, de la mano. Yo estaba en
el lado de la vereda que da a la pista. Esa costumbre me lo había enseñado mi
prima tiempo atrás: “Los caballeros tienen que caminar por ese lado porque
deben proteger a las damas.”
Caminar y pensar,
acción y contemplación en un mismo cuerpo;
movimiento y quietud.
Dos mundos paralelos en un tercero.
acción y contemplación en un mismo cuerpo;
movimiento y quietud.
Dos mundos paralelos en un tercero.
-¿Sabes? A
veces tengo pensamientos extraños.
-¿Como cuáles? –le
pregunté.
-No vayas a
pensar que soy una malvada, tú sabes que te amo.
-Dime –le dije
con un tono/gesto indiferente, no porque no sintiese nada, sino porque hay
veces en que los sentimientos no saben expresarse, no encuentran el gesto
adecuado ante una situación extraña (pero después me di cuenta que no lo era).
-Solo que a
veces imagino que te empujo hacia la pista y que un carro te atropella. A veces
pienso ese tipo de cosas. Pero no te asustes, siempre se me pasa.
No quise
ahondar en ese asunto. No tanto por ella, sino por miedo de descubrirme en ella.
(¡A mí también me había ocurrido ese tipo de alucinaciones!) No con ella, pero
me había pasado lo mismo. Me había pasado con algunos amigos de la universidad (en
los momentos en que conversábamos de cerca). Me imaginaba que aquella persona
frente a mí se encontraba en el suelo y yo le pateaba varias veces en la
cara, hasta que veía que sangraba y mi mente se detenía para retomar la
conversación.
¡Cuántas cosas
imaginamos y son tan parecidas! Los sentimientos se perciben, algunos pensamientos
se leen, pero la imaginación… eso sí que nos pertenece. Imaginar lo que
imaginan ya escapa de mi imaginación. ¡Qué cruel puede ser la imaginación del
ser humano! ¿O alivio de encontrar similitudes en ese abismo de la conciencia?
He dejado de caminar al borde de la vereda, ya no soy el
caballero de antes. Y no por esa razón, sería estúpido argumentar que fuera esa. La principal es porque no va con mi forma de ser, prefiero ser más espontáneo y menos formal. Otras veces me ocurre que camino al borde de la vereda pero sin ser consciente.
Eyan
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