jueves, 26 de marzo de 2015

Árbol torcido

Quisiera tener una vida ordinaria, trabajar tranquilamente de lunes a viernes sin cuestionarme, conversar y reírme en el horario de refrigerio, salir a las cinco de la tarde y luego ir a tomar un café con mis amigos y conversar de cosas insignificantes -nada de filosofía, política ni esas cosas que a uno le rompen la cabeza y le sacan de sus casillas-. Quisiera conversar de cosas sencillas, de esas, como hablar de la familia, del día a día, los chismes, el amor y las fiestas y, cuando vienen los fines de semana, estar con mi familia, hacer una parrillada y ver un partido de fútbol del Barza, o sino, jugar con los niños, y si es verano, ir a la playa y jugar con la arena y revolcarme con las olas del mar. A veces creo que esos momentos, por más simples que parezcan, terminan haciendo más feliz a uno, como si la suma de todas ellas determinaran la verdadera felicidad. 


En mi caso, no he podido realizar con disciplina y éxito esta forma de vida y he terminado desviándome a otros caminos más inciertos, un poco extravagantes, cuasiextraordinarios, como si pensara que hubiera algo más allá de esta vida del común de los mortales: ¿y si no lo hay? ¿Y si la vida se trata de disfrutar de esos pequeños momentos? ¿Cuál es el afán de juzgar a estas personas que siguen ese estilo de vida? ¿Todo lo que se encuentra a mi alrededor no está hecho por ellos mismos? Como la copa de vino que me sirve para lidiar con mis problemas, el reloj que me permite ser puntual (o casi), el taxista que me salva de apuros, las colonias que a uno le hacen ser más atractivo, las billeteras que te salvan de perder tu dinero -y si no lo tienes- te permite aparentarlo, los cubiertos para comer, el celular para hablar con tu enamorada, el ipod para escuchar tu canción preferida, mi cama para dormir tranquilamente, mis zapatillas para no pisar piedritas, la puerta de mi casa que me permite marcar mi territorio frente a los desconocidos, los cigarrillos de las noches melancólicas y todo lo demás que ya no logro enumerar. 


Sí, esas cosas que parecen insignificantes, pero que le hacen a uno la vida más simple. Lo veo a diario, a mi alrededor, en los detalles, ¿acaso estas cosas se crearon por arte de magia o por voluntad de dios? Pues no, hay responsables, los crearon aquellas personas que viven el día a día, sin preguntarse si el mundo está yendo por el mal camino, si el capitalismo es la mejor o la peor opción, si la política sigue siendo corrupta (aunque yo creo que de los políticos sí se quejan todos los días), si existen extraterrestres o si existe un dios distinto al que ellos creen. En cambio yo, que a veces quiero marcar esa distancia -como si lo otro fuera inferior- me elevo a un mundo distinto, cuestiono el fin de las cosas, incluyendo la existencia humana y busco dedicarme a una actividad que, supuestamente, está dentro de la escala de las necesidades superiores y elevadas del ser humano: la contemplación, la reflexión, la filosofía y el arte. Pero, ¿estoy satisfecho? ¿Soy feliz por pensar en asuntos que yo los considero más "relevantes"? Pues no, por el contrario, me ha complicado la vida, me ha hecho caer varias veces en lo más hondo del abismo, he perdido amigos y he creado enemigos; he rechazado oportunidades por pensar que hay "algo más", me he metido en problemas y he terminado alejándome de los demás -incluyéndome a mí mismo-. ¿Cuál es el afán de trascender? ¿No es sino un signo de sentirme importante? ¿Ante quién, para quién? ¿Es necesario? ¿Y si no hay nada más? ¿La vida no se trata de disfrutar de estas pequeñas cosas? 

Quisiera vivir una temporada de esa manera, no preocuparme de los problemas sociales, vivir tranquilamente, en armonía, sin que nadie me joda, ser indiferente, ser normal, perderme en el rebaño -en el buen sentido de la palabra-, mas no puedo, lo intento pero siempre fracaso, nunca he podido adaptarme, hacer las cosas de manera adecuada -y no porque quisiera hacerles la contra a los demás-, sino porque mi vida se ha iniciado de esa manera: caótica, malcriada, rebelde, incorregible, excesiva y todos los defectos habidos y por haber. He tenido muchos intentos por autocorregirme y he fracasado, y las pocas veces que lo he conseguido, al cabo de un tiempo he caído en lo mismo. La otra vez me puse a pensar en la frase: "árbol que nace torcido jamás su tronco endereza". Mi primera sensación-reacción frente a estas palabras fue de desesperanza, porque era una revelación dolorosa, una verdad incómoda, en el fondo me costaba aceptarla. Frente a esto, me pregunto, ¿cuál es mi camino? ¿Hacia dónde voy? Si niego la simpleza de la vida, si niego a estas personas que viven de esa manera, llegará el día en que, sin darme cuenta, me encontraré viviendo solo en una isla, fuera de la civilización, sin ningún objeto, sin comodidades, como volver al pasado, al mundo de las cavernas, involucionar.

¿Esta forma de pensar no va en contra del desarrollo de las civilizaciones? ¿Estos escritores incomprendidos no han perjudicado el devenir de la humanidad? ¿No habría sido mejor que dejen de criticar a los demás y dejarlos en paz? A veces creo que reflexionar sobre la humanidad no trae ningún beneficio, no aporta nada; por el contrario, ralentiza el curso de las sociedades y de las cosas. Quisiera que sus escritos se queden en los estantes de las bibliotecas para que las polillas se alimenten de este conocimiento discordante y periférico, como una manera de ignorarlos y dejarlos en el olvido, pero no puedo, así de simple, no puedo, confieso que estos escritores me han ayudado a soportar la realidad, como una especie de consuelo/identificación, sentirme menos jodido ante los demás y ante mí, como si no fuera el único que busca más allá de las simplezas de la vida, porque estas, desgraciadamente, no nos han satisfecho totalmente. Frente a este infortunio, esta frustración, nos hemos sumergido en lo más hondo del abismo, en el dolor puro, en la miseria más baja, aunque, paradójicamente, estos sentimientos-impulsos me han traído mayor satisfacción, un deseo de seguir viviendo en medio de este orden tan escalofriante. 

Ellos son como los árboles torcidos, que no apuntan a una sola dirección, a un punto fijo, a dios, sino que se pierden en el bosque, en sus sentimientos contradictorios, peleándose consigo mismos, como una manera de sobrevivir no solo frente al resto, sino ante sus laberintos, sus ramas que se hacen nudos, sus frutos podridos, son estos árboles que dan sombra a los demás, de cerca, un verdadero cobijo, porque su dolor es propio y a la vez universal, porque vivir correctamente significa que hay un solo camino, una sola manera de vivir, esa imposición que proviene desde nuestro nacimiento, pero ellos se cuestionan y quieren descubrir nuevamente el mundo, torciéndose, a su manera, a mí manera. Si ahora en el mundo no hemos resuelto problemas antiguos -como el desastre de la naturaleza-, es porque hemos ignorado una parte de nosotros mismos, un camino distinto, un árbol torcido que también forma parte del paisaje de la naturaleza.

Eyan

domingo, 15 de marzo de 2015

Amor, pudor y lágrimas

Mis lágrimas caen como las gotas de un caño averiado,
lentamente,
se aferran al pasado,
de a poquitos,
taciturno.

Caen por la madrugada,

el silencio opaca al ruido,
siguen el mismo curso,
las lágrimas lloran en silencio.

Mas el inicio de estas comenzaron

en un tiempo sin precedentes,
como la teoría del big bang,
que se atrevió a romper las leyes de la probabilidad
y del universo infinito.
El amor empieza con una mirada
y termina con una lágrima.

Te quise desde el primer día en que te vi,

segundos antes de conocerte,
sin decirnos una palabra,
sin demostrarnos nada,
naturaleza humana.

Nuestras miradas se cruzaron

como dos estrellas fugaces,
como un relámpago,
el instante de la eternidad,
se creó un mundo nuevo,
una nueva historia,
el tuyo y el mio.

Algo brillaba entre los dos,

la desnudez del tesoro perdido,
yo me veía en tu mirada
y tú en la mía.

El mundo está ciego para no reconocer tu belleza,

lo esencial es invisible a los ojos,
mas tu mirada prueba lo contrario,
o mejor dicho,
la mirada que tú me envías
y yo recojo,
mirada de complicidad,
como la muerte encapuchada,
que guarda bajo siete llaves el tesoro escondido
en las profundidades de nuestro ser,
donde le está prohibido al dios omnipresente.

Esa eres tú,

el amor que requiere de un tiempo indefinido,
no hay reloj que pueda medirlo,
solo yo,
creo,
que le dedica tiempo al tiempo.

Hay quienes quieren encontrarte mediante atajos,

haciendo trampa,
mintiendo,
pero ellos terminan perdiéndose en el camino,
en cambio,
yo te busco en mi interior,
porque mi búsqueda es una búsqueda
de nosotros mismos.

¿Es el amor una forma de renacer nuestras virtudes más ocultas?


Creo que sí,

el amor crea,
se expande,
contagia
y busca el infinito;
el odio también se expande,
pero es perenne porque busca
la aniquilación del otro,
y cuando lo consigue
deja de existir.

En cambio,

el amor bien cuidado
se extiende más allá de sus límites,
saca lo mejor de lo mejor,
pervive más allá del tiempo y del espacio,
ahuyenta a los malos espíritus
y el presente se vuelve historia,
lo que ocurrió antes del amor dejó de existir para nosotros,
se abre un nuevo umbral,
una dimensión desconocida.

Yo te amé a mi manera,

pero te amé,
no sé cuál fue mi error,
si no decírtelo,
si no confesártelo,

¿Mi demostración fue insuficiente?

¿ese fue el error de este final tan abrupto?

Quiero creer que el universo

se creó después de varios intentos.

¿por qué de esta manera?

¿por qué así?
¿por qué la herida se abrió en mi pecho?
¿por qué no nos dieron un tiempo para dudar,
para pensar?
¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?
¿por qué te vas sin que te hayas ido
y yo me voy sin querer irme?

¡Por qué querida mía!

¡Por qué!
Si todo había iniciado paso a paso,
¿por qué vino la tempestad antes que echemos raíces?
¿por qué? ¿por qué de esa manera? ¿en qué me equivoqué?

Si hubo decepción luego de la deslealtad

es porque existió alguna chispa de amor,
por eso mi reacción sorpresiva,
tenía miedo que nuestro destino trágico se repitiera,
el pecado original al cuadrado.

Si me ahogué en el amor

es porque quise aguantar mis esperanzas
hasta el último segundo,
respirar aunque esté muerto,

Ahora que no estoy vivo

recién me doy por vencido,
no estamos preparados,
así quiero creerlo,
guardaré el amor en mi estante de libros
y cuando me mude
sacaré los más importantes,
me los llevaré conmigo
y esperaré que aquél libro de amor
no esté apolillado por el tiempo.

Alguna vez me dijeron que el verdadero amor

transciende el tiempo y el espacio
como las estrellas que mueren y siguen brillando,
el sentimiento que aflora como reminiscencia.

Tal vez dios se olvidó de decirles 
a Adán y Evan
que el árbol del fruto prohibido
no debía de ser comido 
hasta que madurase completamente,
como también ellos estuvieran preparados.

No es el fin,
quiero creerlo,
es un paréntesis,
puntos suspensivos,
una página,
un olor que se pierde
pero que sigue existiendo.




Eyan

sábado, 14 de marzo de 2015

El día internacional de la mujer y otros asuntos

…la mujer es ídolo, diosa, madre, hechicera o musa, según muestra Simone de Beauvoir, pero jamás puede ser ella misma. De ahí que nuestras relaciones eróticas estén viciadas en su origen, manchadas en una raíz. Entre la mujer y nosotros se interpone un fantasma: el de su imagen, el de la imagen que nosotros nos hacemos de ella y con la que ella se reviste. Ni siquiera podemos tocarla como carne que se ignora a sí misma, pues entre nosotros y ella se desliza esa visión dócil y servil de un cuerpo que se entrega. Y a la mujer le ocurre lo mismo: no se siente ni se concibe sino como objeto, como “otro”. Nunca es dueña de sí. Su ser escinde entre lo que es realmente y la imagen que ella se hace de sí. Una imagen que le ha sido dictada por familia, clase, escuela, amigas, religión y amante. Su feminidad jamás se expresa, porque se manifiesta a través de formas inventadas por el hombre”. -Octavio Paz.

Re-flexión: A propósito del 8 de marzo y otras cosas más

Este 8 de marzo se celebró el día internacional de la mujer, fecha en que se rememora un acontecimiento histórico: la huelga de mujeres obreras estadounidenses que exigieron mejorar sus condiciones laborales. Este suceso histórico ocurrió a inicios del siglo XX, repercutiendo en otros lugares del mundo, primero en Europa y luego en los demás continentes. En las décadas posteriores, el sentido original de la protesta fue modificándose, abarcando otras esferas de la vida: el derecho a la educación, sufragio universal, divorcio, entre otros. Y en la actualidad, se busca conseguir la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres.

Actualmente, ¿qué significado tiene esta fecha para la población peruana?

En esta última celebración, se han generado diversas formas de expresión en apoyo a las mujeres, desde las más sutiles hasta las más excéntricas, empezando con el palabreo cursi (importando sentimientos ajenos de otros días festivos –como el día de la madre y el día de los enamorados) hasta el discurso consciente y reivindicativo, conmemorando un pasado de luchas. Estos confusos y contradictorios sentimientos han generado un acalorado debate, poniendo en escena a los que lo celebran -porque así lo dice el calendario- y a aquellos que muestran una actitud más seria, criticando a los anteriores. Todo este embrollo -de idas y venidas- no evidencia más que la confusa percepción que tiene el ser humano contemporáneo sobre los temas que conversa, sobre la sociedad y sobre sí mismo. Ahora que las aguas se han calmado –han pasado varios días desde la fecha indicada- trataré de ver en perspectiva este asunto, pero tomaré el camino del razonamiento, partiendo de lo general a lo particular.

Las redes virtuales

Lo más curiosos de todo, es que el debate público se ha trasladado a las redes virtuales. Primera reflexión: la juventud y los adultos que utilizan estos medios se informan, hablan más del tema y debaten. Podríamos calificar este suceso como algo positivo. Es un crecimiento y un desarrollo de la actividad política en nuestro país, pero a mi juicio, esto no ocurre así, y si lo es, pues, parcialmente. La actividad política ha perdido un aspecto sumamente importante: la capacidad de reflexionar. Se habla más pero se reflexiona menos. La política –en ese sentido- se ha banalizado, fruto de la falta de seriedad que tiene el ser humano para conversar sobre estos temas. Si lo conversa, es consecuencia de las circunstancias, del momento, del día a día. Actualmente, vemos que muchas personas se rajan las vestiduras ante una problemática, ponen tal emoción a sus palabras, a sus discursos y a sus publicaciones en sus muros, que uno creería que su posición frente a un acontecimiento-problema es serio, contundente y consecuente. El grado de indignación es muy alta; sin embargo, todo es flor de un día, ¿cómo una persona puede estar tan indignada frente a algo, pero de un momento a otro desecha ese sentimiento tan profundo? Me imagino el momento preciso en que una persona se traslada del mundo virtual al real, cuando se desconecta y apaga su computador; me imagino el contraste, el cambio de expresión repentina, como por acto de magia, donde el clímax de indignación se transforma en felicidad, depresión o indiferencia. Nos quitamos la máscara virtual y el mundo real nos hace reaccionar, es hora de realizar nuestras labores cotidianas.

A partir de este fenómeno, uno se pregunta, ¿qué tan verdaderos son los sentimientos humanos? Pues en las redes uno lo ve y lo percibe así, pero este sentimiento tan efímero nos muestra que la situación va por otro lado. ¿Hay realmente indignación? Parece que sí, eso es lo que nos quieren mostrar, aunque -a mi parecer- esa indignación no surge por el suceso en sí, por la noticia real, sino como una suerte de contagio o de enfermedad, una reacción humana, un acto involuntario. Si hay algo de qué percatarnos, es sobre nuestro estado emocional voluble en las redes; yo lo denomino, nuestra “condición viral”. Acuño este término, porque en las redes virtuales lo que predomina son las sensaciones fuertes y pasajeras, la acción se vuelve reacción, todo es reacción, impulso, no hay filtro ni reflexión. Así lo expresa el éxito de los videos virales u otro tipo de noticias, ¿acaso no recuerdan la imagen del vestido blanco-dorado-azul o los videos humorísticos que se dejaron en el olvido? ¿Son importantes? Pues no. Haciendo una analogía de una frase de Marx -lo cito a continuación: el oro circula porque tiene valor, pero el papel moneda tiene valor porque circula. Esta frase se puede utilizar exactamente para el caso de la información. Si antes ésta tenía valor por su alto contenido, pues ahora su valor reside solamente en su circulación. Esta forma de informamos, yo lo denomino “el síndrome de la novedad”, ahora todos queremos difundir la noticia de último minuto, ser los primeros en informarnos. No obstante, después que se pierde el carácter novedoso, lo desechamos y lo tiramos a la basura, no es un acto racional, es moda. A su vez, los medios de comunicación se han apoderado de nuestra capacidad de elección, ellos son los que ponen la agenda y el tiempo se convierte en su aliado. La información importante se nos escapa de las manos. Por ejemplo, en las redes se ha dejado de hablar de ciertos temas que todavía necesitan resolverse: ¿qué ocurrió con el caso de López Meneses, los responsables de las líneas de Nazca, Martín Belaunde, la tv basura y la ley pulpín?

En su momento, cuando estos temas se hicieron noticia, nosotros pusimos todas nuestras energías para debatir fervorosamente, pero ahora que ha dejado de serlo, el interés se ha perdido, incluso nos sentimos hostigados si alguien lo menciona. Sin embargo, cuando ocurra algún hecho similar el interés volverá. (Ejemplo-comentario de un día x): «acaba de ocurrir otro daño a las líneas de Nazca» -mencionó un usuario en las redes, y los “defensores” contestaron: ¿y qué ocurrió con Greenpeace, con los turistas rusos y el Dakar? Preguntas y respuestas que dan a entender que hay cosas importantes del pasado que todavía no se han resuelto, aunque, ¿ellos realmente lo consideran importante? A mi juicio no, porque si no hubiera existido este nuevo caso, ellos no lo habrían comentado. Eso muestra el real desinterés de las cosas. Primera conclusión: El ser humano contemporáneo ha perdido una cualidad que hasta el momento no logra darse cuenta: el verdadero interés por las cosas. Somos seres que nos interesamos por cosas del momento y mostramos tal grado de interés en un momento determinado que las personas nos ven como seres apasionados, héroes de la causa justa, la indignación corre por nuestras venas. Sin embargo, como decía Erich Fromm, la voluntad también puede engañarse a sí misma, la intensidad de nuestra voluntad no indica, necesariamente, un interés real. El grado de indignación frente a algún suceso tampoco indica compromiso. ¿Qué se esconde detrás de esta fachada de voluntades? Lo que se esconde –en el fondo- es un sujeto angustiado, que busca sentido a su existencia, porque su situación actual muestra una inconformidad frente a este mundo tan cambiante, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, mientras que, paradójicamente, la vida del ser humano se va deteniendo, se vuelve estático, se estanca en la inactividad del día a día, en la inmovilidad del trabajo rutinario, en el sedentarismo del ordenador, está podrido por dentro. Esto ha generado unas ansias por cambiar lo que está a su alrededor, la situación de los otros, porque, cuando se habla de uno mismo, se incomoda, evade y niega. Es mejor buscar el cambio en los otros, porque, sobre uno mismo, es imposible: «no fumes… es que yo ya estoy jodido» -le advertía un fumador a una persona que quería aprender a hacerlo.

Esta falta de dinamismo e imposibilidad de interacción con las personas en la vida real, ha ocasionado la incapacidad para manifestar y desarrollar nuestro yo individual (identidad). Frente a este problema, nosotros buscamos –insaciablemente- alimentarlo y fortalecerlo de otra manera. Así de paradójica es la sociedad, buscamos el cambio ajeno -y a la vez- exageramos nuestras expresiones, porque sabemos que este es el único medio por donde conseguiremos que los demás nos identifiquen (porque en la vida virtual nos ven por lo que nosotros mostramos) hay un filtro –pero nosotros no nos damos cuenta que lo hay-. Así, el objeto se vuelve sujeto, la información en informante, todo se funde, se mezcla y se enreda, nadie puede desatar el nudo. Por consiguiente, surgen los insultos, los ataques personales y la reflexión –como fin último- se pierde: llegó el momento de la competencia de egos.

El día internacional de la mujer y las redes virtuales

Segunda reflexión: el 8 de marzo vino y se fue, porque así lo quisimos, porque era solo una fecha, porque algunos lo esperaron con muchas ansias y a otros se les presentó inesperadamente. La  guerra que se manifestó en las redes no terminó como resultado de un vencedor y un perdedor, una rendición o un acuerdo de paz. La guerra en las redes se terminó cuando se ocultó el sol y volvió a aparecer por la mañana siguiente: borrón y cuenta nueva. No hay ninguna enseñanza, ninguna conclusión. Todo ha quedado en eso, en anécdota, una situación efímera, comentario, un suceso viral, pura reacción del momento. El próximo año se repetirá la misma batalla: los defensores conscientes versus los falsos poetas, hablaremos de lo mismo, caeremos en el mismo error, las mismas quejas y así los años pasarán hasta llegar a la tumba. Nada cambiará.

Sin embargo, voy a poner de mi parte para reflexionar sobre este tema, buscando esclarecer las cosas. ¿Cuál es el reto de las mujeres en la actualidad? Seguir acercándonos al ideal de igualdad de género: igualdad frente a la ley, igualdad de oportunidades laborales y reducir la violencia sexista. En el caso de la ley, todavía hay temas pendientes por resolver. No se ha discutido profundamente el tema del derecho al aborto, la violencia masculina en el ámbito privado, la cantidad mínima o cupos necesarios para los puestos femeninos en las instituciones públicas, entre otros. En el tema laboral, las mujeres todavía no tienen las mismas oportunidades que los hombres para acceder a los puestos de trabajo. Todavía permanece la división sexual del trabajo, es decir, el trabajo diferenciado entre hombres y mujeres, ocasionando, una diferencia sistemática y notoria en los salarios. La gran mayoría de ellas todavía no ha podido acceder a los altos cargos en las empresas, sean gerenciales o de toma de decisiones. La violencia, sea física o simbólica, todavía permanece en nuestra sociedad (en la esfera pública y privada). Con el transcurrir de los siglos, la línea que definía estas dos esferas ha ido desapareciendo. Esto ha contribuido a que el Estado pueda intervenir en los casos de violencia intrafamiliar. La mujer tiene más apoyo que antes, pero todavía no es suficiente, hay mucho por hacer.

Por último, quiero comentar la frase que puse al principio de esta reflexión, porque creo que necesitamos deconstruir y volver a construir la percepción de la mujer contemporánea, o sino, los cambios seguirán siendo superficiales. Para que la mujer sea realmente libre, es necesario que ella se adueñe de su propia visión sin que el hombre intervenga en la construcción de su identidad. No mirarse a través de él, sino a través de sí misma, ser su propio espejo, pero con una consciencia muy analítica, porque sabemos que las mismas mujeres –sin darse cuenta- pueden atribuirse imaginarios ajenos, ocasionando que entre ellas mismas se hagan daño. Sin esta consciencia, es imposible que ellas puedan alcanzar su propio ideal como mujer. Este es solo un paso más de un largo camino que las llevará a disfrutar de otros paraísos. Luego, llegará el día en que no tengan que seguir ningún ideal social que las identifique como mujeres, este ideal social se transformará en individual y la libertad podrá ser alcanzada: misión cumplida.

Todavía falta un largo camino por recorrer. Si antes la mujer era valorada por estereotipos míticos y divinos, pues ahora lo sigue siendo, pero a través de roles sociales y terrenales. Hace unas semanas escuché el concepto de “la mujer maravilla”. Este nombre se refiere a aquella mujer contemporánea que ha asumido todos los roles en la sociedad: hija, hermana, profesional, trabajadora, madre de familia y buena esposa: la mujer responsable. Este estereotipo de la mujer se ha ido constituyendo a través de los años, generando respeto y admiración. En cierta medida, este nuevo ideal ha contribuido a que las mujeres tengan mayor autonomía respecto de los hombres. La independencia económica es un salto cualitativo que permite que ellas puedan sobrellevar sus propias vidas sin la ayuda masculina, pero, ¿qué hay de los otros aspectos? La mujer cree firmemente que su fortaleza radicará en la consecución de todos los roles sociales, está poniendo a prueba su voluntad. Sin embargo, ¿no se ha puesto a pensar que podría cuestionar aquellos fines que persigue? ¿En eso no consiste la libertad, en la afirmación, pero también en la negación? Por ejemplo, en la opción de (no) ser madre o esposa. Esto me lleva a un tema más profundo, haré una analogía -a mi manera- de la frase de Octavio Paz: la mujer es buena hija, hermana, profesional, trabajadora, madre de familia y esposa, pero jamás puede ser ella misma. Lo que quiere decir que su grado de respetabilidad en la sociedad está en función de la adaptabilidad y obediencia frente a las normas y valores de la sociedad, es decir, frente a un discurso conservador. Sin embargo, no hay cabida para la mujer rebelde, transgresora, la que crea nuevas formas de ver el mundo, de negarse a lo establecido. Ese tipo de mujeres aún son consideradas neuróticas y anormales. Lo revolucionario todavía es privilegio de los hombres, lo mismo que la verdad. La mujer todavía es rol, función y cáscara. ¿Será que esa visión de maleabilidad en ellas permanece en nuestro imaginario? ¿Es imposible desligarnos todavía de la visión naturalista de los sexos? ¿Llegará el día en que la mujer tenga esa misma capacidad que el hombre, de mandar a la mierda a todo lo que esté a su alrededor?
Eyan

viernes, 6 de marzo de 2015

El amor idealizado

El amor siempre se me ha presentado como una situación esquiva, como dos mundos paralelos que juegan a pasarse la pelota. Este amor correspondido -así quiero creerlo- aunque no consumado, ha sido la regla en mis dos historias de vida: lo que es y lo que siento que es. La realidad y la fantasía se mezclan como el beso anhelado de las noches eternas que claman los lobos solitarios. Nunca me ha ocurrido la sensación de "falta de amor" hacia alguien, por el contrario, desde niño lo tuve muy presente: siempre la escuchaba en las canciones que cantaba, la imaginaba en los paisajes que veía y la recordaba en los poemas que escribía. Desde tiempos inmemoriales la tuve presente aunque ella no estaba, para mí eso era suficiente, nunca esperé recibir su respuesta, porque en mi imaginación había creado infinidad de situaciones donde nos reuníamos. Ese optimismo y esa suposición ha sido parte de mi imaginación. El mayor contrincante de la realidad.

Como ocurren con los dioses de las religiones, en mi caso, la mujeres que amé se convirtieron en algo distinto de ellas, se fueron acercando a la perfección, mientras que yo, iba en sentido contrario, me corrompí y las posibilidades de obtenerlas se hicieron remotas. Creé un abismo entre ellas y yo. Siempre me quedo en ese estado de suspensión, entre el ser y la nada, mas yo me pregunto, ¿la vida no consiste también en sueños e ideales? Sí, siempre y cuando luches por conseguirlos; sin embargo, yo he perdido y he dejado de anhelar el fin último del amor, la unión, y me he quedado en la satisfacción de amar al amor idealizado. Esa sensación de no dar ni recibir, solamente contemplar. Es como la admiración por las cosas nuevas, donde uno nunca quisiera utilizarlas porque tiene miedo que se deterioren: respuesta incorrecta.

¿Acaso la fruta no está hecha para comerla, el auto para manejarlo y el amor para amar?

La llama se mantiene encendida cuando se echa leña al fuego; la manzana vuelve a crecer cuando usas las semillas del fruto comido, el motor del auto se malogra cuando uno lo deja apagado y el amor se mantiene cuando damos y recibimos. Que el idealizar sea un acto natural y humano, es cierto. El amor en proceso de unión necesita de ídolos para mantenerse, son como hilos invisibles que vamos tejiendo para sentirnos juntos, cuando en la realidad, estamos separados. Es necesario, pero es solo una etapa. Después, viene el proceso en dirección contraria, nos vamos acercando nuevamente a la persona real y amada.

La realidad y el ideal se funden en uno solo. El amor necesita de ese hilo que conecta la realidad con la fantasía, o sino la cometa del niño se escapará de sus manos para no volver nunca más. Y todo, todo, serán vanos recuerdos.


Eyan

domingo, 1 de marzo de 2015

Éxitos vs te deseo buena suerte

-Te deseo buena suerte -le dijo la madre a su hijo.
-No, deséame éxitos, la otra palabra es para fracasados -respondió su hijo furioso.

La madre se quedó sorprendida por aquella respuesta, se sintió insultada, como si fuera un ataque personal -y peor aún que había salido de la boca de su propio hijo-, a partir de ese momento la madre dejó de utilizar ese saludo de despedida con él y con el resto, nadie sabía el porqué de aquel cambio, solo ella, pero no importaba lo que ella pensara, sino lo que ella tenía que comunicar al resto. Si saludar de esa manera la convertiría automáticamente en una persona de éxito, pues tenía que comenzar por cambiar aquel detalle pequeño, pues lo otro evidenciaría fracaso, debilidad y falta de voluntad; sin embargo, ¿realmente esto era así? Ella nunca se sintió una víctima de las circunstancias ni tampoco una heroína de los más necesitados, su vida había transcurrido tranquilamente, ni siquiera se había cuestionado su punto de vista sobre sí misma, pero ahora todo se venía abajo, una ligera angustia comenzó a introducirse en lo más profundo de su ser. Su frase favorita "la buena suerte", se despedía de ella triste, porque la había acompañado desde muy niña, la había protegido en aquellos momentos de ausencia, como un ángel de la guarda, silencioso, y ahora se iba de la misma manera, desapercibido, su vida perdía misterio y ahora todo se volvía hacia a ella: soy exitosa... creo que sí, pero... ¿y si no lo soy?- estas dudas comenzaron a incomodarla hasta los últimos días de su vida.

-Fragmentos de un diálogo creado para esta reflexión.


El lenguaje como construcción de realidades

La palabra, que forma parte del lenguaje, es una forma de comunicación que aparenta ser inofensivo por su carácter efímero e invisible. Los saludos de bienvenida y despedida son parte de una situación social rutinaria (¿automática?) y específica de la vida cotidiana; sin embargo, ¿la normalidad significa neutralidad? Uno pensaría que sí, que el lenguaje y el habla existen porque así se ha querido establecer, como si fuera algo natural, aparecen y desaparecen por el transcurrir del tiempo, como la vida de las personas. No obstante, en el lenguaje hay mucho de conflicto y poder, donde las palabras se van posicionando por una intencionalidad consciente e inconsciente (si se me permite utilizar el último término), nosotros no lo notamos porque no fallecen como las víctimas humanas, aquellas pueden revivir en muchas ocasiones, aunque muchas veces tardan años, décadas y siglos en reaparecer. Esta irreflexión por aquellos usos y desusos de las palabras y las frases se establecen en nuestro inconsciente colectivo y sentido común, un tesoro que todavía no hemos descubierto, pero que tiene mucho de nosotros -y a la vez no lo tiene- porque entregamos de nosotros y recibimos de extraños formas de ver el mundo. 

No puedo explicar históricamente el dicho "te deseo buena suerte", por eso me limitaré a mi experiencia personal de vida. Desde que tengo uso de razón, he escuchado repetidas veces decir a los adultos aquella frase. Tengo sensaciones muy agradables respecto a ello, cuando yo antes lo mencionaba a mis seres queridos, mi intención era de que ese "algo/alguien exterior" los proteja, era como generarles buenos augurios frente a la tan amplia y compleja realidad, que en muchas ocasiones se presentaba amenazante. Quizá, esta frase traiga consigo una visión del mundo, donde la insignificancia del individuo es evidente frente a la sociedad y al universo. Esta visión es característicos de las sociedades no antropocéntricas, anteriores a las sociedades modernas, donde no ha habido una hegemonización del uso de la razón en el imaginario de la población; sin embargo, yo creo que incluso en sociedades contemporáneas esta visión de lo supersticioso, místico y religioso todavía persiste. Por ejemplo, yo creo que en el siglo XX, se habría mencionado millones de veces la frase "te deseo buena suerte" para "proteger" a aquellos soldados que combatieron en las dos guerras mundiales. 

Ahora, en pleno siglo XXI, el grado de individualismo y estabilidad ha generado otro tipo de conciencia en las personas del día a día, el "yo puedo", "depende de mi" y "éxito" tiene una relevancia nunca antes vista. Los dioses y los ídolos se han humanizado, lo pasado es pasado y lo que importa es cómo uno se construye su destino: "yo soy el arquitecto de mi destino", "yo construyo mi propio futuro". Creo que esta forma de razonar ha generado un optimismo en el devenir de la humanidad, el nuevo camino por recorrer se presenta como una posibilidad favorable. Finalmente, el cielo ha llegado a la tierra, son buenas noticias ¿o no? Quisiera decir que sí, pero lo otro, lo paradójico y lo dialéctico empieza a surgir. El éxito, como concepto, forma de razonar y filosofía de vida se ha apoderado de nosotros. Si el éxito es una manera de probar nuestra individualidad, fuerza de voluntad, libertad  y capacidad de superación, ¿no podríamos llegar a ser víctimas de nuestras propias creaciones? Al final, sin darnos cuenta, caeríamos y estaríamos atrapados en este laberinto del éxito, donde probar nuestro éxito frente a los demás se vuelve una cadena para nosotros mismos. Si yo estoy en constante demostración de mi propio yo, eso evidenciaría que no soy realmente yo mismo, pierdo la espontaneidad, palabra que utiliza Erich Fromm como ejemplo del buen vivir. 

¿Qué es el éxito?

Según el DRAE, la primera acepción de éxito significa "el resultado feliz de un negocio, actuación, etc."; el segundo, "buena aceptación que tiene algo o alguien", y el tercero, "fin o terminación de un negocio o asunto" (http://lema.rae.es/drae/?val=%C3%A9xito). Como dice su significado, es el valor e importancia que se otorga al fin o resultado en sí mismo. En las últimas décadas, el éxito, como actividad de una persona, se ha trasladado a la persona misma. Esta idolatría a las personas exitosas ha generado una nueva visión del mundo. "Soy exitoso, luego existo". Se ha perdido lo más importante, el camino, el intento, el trayecto por la consecución de ese fin. El camino es largo, la sensación de tocar la meta es efímero, se ha invisibilizado lo otro, aquella persona que está en camino no es, no existe, no tiene relevancia social. El niño tiene que convertirse en adulto, las etapas se queman, el placer del aprendizaje en sí se ha tergiversado por el placer del resultado de aprender, los intereses reales se pierden. Los medios se dejan de lado por los fines, todo es fin. 

En el libro Ética y psicoanálisis, Erich Fromm analiza el concepto de medios y fines en la época contemporánea. A diferencia de mi punto de vista, él cree que en esta época hay una exagerada importancia a los medios, lo que ha generado que los fines se pierdan de vista: "La gente trabaja para hacer dinero, hace dinero para poder disfrutar con él cosas agradables. El trabajo es el medio y el goce el fin. Empero, ¿qué es lo que acontece en realidad? Los individuos trabajan con el fin de hacer más dinero, emplean este dinero con el fin de hacer más dinero aún, y el fin verdadero, el goce de la vida se pierde de vista..." (Fromm, 1953:210). En este caso, él explica muy bien esta prioridad por los medios en vez de los fines; sin embargo, yo considero que dice lo contrario en el libro El miedo a la libertad. Allí Fromm hace una crítica a la sociedad, al individuo y a la visión del éxito del siglo XX: "Todo ello significa que lo importante aquí es la actividad como tal, el proceso y no sus resultados. En nuestra cultura es justamente lo contrario lo que se acentúa más. Producimos no ya para satisfacción propia, sino con el propósito abstracto de vender nuestra mercadería (...). De este modo, se concede importancia al valor del producto terminado en lugar de atribuírsela a la satisfacción inherente a la actividad creadora. Por ello el hombre malogra el único goce capaz de darle la felicidad verdadera —la experiencia de la actividad del momento presente— y persigue en cambio un fantasma que lo dejará defraudado apenas crea haberlo alcanzado: la felicidad ilusoria que llamamos éxito (Fromm, 1985:288-289).

Considero que podríamos caer en el error si nos ponemos a establecer -a partir de un razonamiento lógico- cuáles son los fines últimos de la humanidad, ya que podríamos llegar al infinito, pero el concepto de medios y fines permite esclarecer la importancia que el ser humano le puede otorgar a la actividad a la cual se dedica. Espero que en otro momento pueda analizar este enigma de los medios y fines con mayor profundidad, ahora no es necesario. Para finalizar, es menester reflexionar nuestra vida cotidiana, ese estilo de vida rutinario, automatizado, que en última instancia, nos define más como personas que aquellos actos heroicos y excepcionales, el lenguaje es un factor que forma parte de ésta área de la vida. Esta lucha de lo invisible no es casualidad, nosotros producimos y reproducimos estos códigos dentro del sentido común. Si antes decías "buena suerte" y ahora "éxitos", espero que te preguntes por qué lo hiciste, no está mal que lo repitas, pero analiza con qué intención lo dices. A mí no me gustaría decir solamente "éxitos" porque siento que no aporto nada de mí al decírtelo, creo una barrera entre tú y yo; al contrario, quiero sentir humanamente que te estoy apoyando, por lo menos con las palabras, y si te digo buena suerte, no es porque crea en la existencia de un ser/cosa externa, extraña y superior que nos esté apoyando por acto de magia, pero por lo menos quiero que sepas que no estás solo(a) en este mundo para vivir el momento y al mismo tiempo, para hacer realidad tus sueños.

Te deseo lo mejor.

-Eyan