viernes, 6 de marzo de 2015

El amor idealizado

El amor siempre se me ha presentado como una situación esquiva, como dos mundos paralelos que juegan a pasarse la pelota. Este amor correspondido -así quiero creerlo- aunque no consumado, ha sido la regla en mis dos historias de vida: lo que es y lo que siento que es. La realidad y la fantasía se mezclan como el beso anhelado de las noches eternas que claman los lobos solitarios. Nunca me ha ocurrido la sensación de "falta de amor" hacia alguien, por el contrario, desde niño lo tuve muy presente: siempre la escuchaba en las canciones que cantaba, la imaginaba en los paisajes que veía y la recordaba en los poemas que escribía. Desde tiempos inmemoriales la tuve presente aunque ella no estaba, para mí eso era suficiente, nunca esperé recibir su respuesta, porque en mi imaginación había creado infinidad de situaciones donde nos reuníamos. Ese optimismo y esa suposición ha sido parte de mi imaginación. El mayor contrincante de la realidad.

Como ocurren con los dioses de las religiones, en mi caso, la mujeres que amé se convirtieron en algo distinto de ellas, se fueron acercando a la perfección, mientras que yo, iba en sentido contrario, me corrompí y las posibilidades de obtenerlas se hicieron remotas. Creé un abismo entre ellas y yo. Siempre me quedo en ese estado de suspensión, entre el ser y la nada, mas yo me pregunto, ¿la vida no consiste también en sueños e ideales? Sí, siempre y cuando luches por conseguirlos; sin embargo, yo he perdido y he dejado de anhelar el fin último del amor, la unión, y me he quedado en la satisfacción de amar al amor idealizado. Esa sensación de no dar ni recibir, solamente contemplar. Es como la admiración por las cosas nuevas, donde uno nunca quisiera utilizarlas porque tiene miedo que se deterioren: respuesta incorrecta.

¿Acaso la fruta no está hecha para comerla, el auto para manejarlo y el amor para amar?

La llama se mantiene encendida cuando se echa leña al fuego; la manzana vuelve a crecer cuando usas las semillas del fruto comido, el motor del auto se malogra cuando uno lo deja apagado y el amor se mantiene cuando damos y recibimos. Que el idealizar sea un acto natural y humano, es cierto. El amor en proceso de unión necesita de ídolos para mantenerse, son como hilos invisibles que vamos tejiendo para sentirnos juntos, cuando en la realidad, estamos separados. Es necesario, pero es solo una etapa. Después, viene el proceso en dirección contraria, nos vamos acercando nuevamente a la persona real y amada.

La realidad y el ideal se funden en uno solo. El amor necesita de ese hilo que conecta la realidad con la fantasía, o sino la cometa del niño se escapará de sus manos para no volver nunca más. Y todo, todo, serán vanos recuerdos.


Eyan

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